Siempre he confiado en que soy una persona tranquila con la que se puede hablar, no me gusta alterarme, ni ponerme nervioso cuando tengo que defender algo mío, por lo que lucho o por lo que amo.
Soy completamente consciente de que nadie tiene una verdad absoluta y que sí que existen multitud de interpretaciones.
Si hay algo que tienen mis amigos de mi es mi afecto y mi ilusión, así como el tenerme para lo surja.
Nunca he sido de hablar mucho más bien soy de escuchar, pero lo que siempre he detestado es la falsedad, la injusticia y a la gente que no sabe mirar mucho más allá de su ombligo, esos de que piensan que todo el universo gira alrededor de ellos.
No me gusta la gente que por más gritar más razón cree que tiene, tampoco los que buscan los bandos y la confrontación, y mucho menos los que me dan la espalda cuando estoy hablando y salen por puertas cuando no les gusta lo que escuchan.
Al final el tiempo y nuestros actos nos ponen a todos en nuestro sitio.
Como decía la abuela de un amigo: “No confíes en quien habla mal de los demás, si no es leal con sus amigos, contigo tampoco lo será”
Así que esta semana me voy a sentar con un bol de palomitas a disfrutar del espectáculo.
Caye