¿Cuando dejaste de ser “la buena”?
Tus actuaciones fueron siempre brillantes…hasta hoy. Te han perdonado hasta lo imperdonable. Hasta eso que juró no perdonarte jamás.
Lo tenías todo y, aun así, siempre creíste que te faltaba más. Nos pasamos la vida queriendo eso que no tenemos y despreciando lo que hay a nuestro lado. Y tú necesitabas seguir “manteniendo el listón alto”, buscando el reconocimiento a cualquier precio. ¿El listón era alimentar tu ego con el sexo contrario?
Lamento decirte que has vuelto a hacerlo mal. ¿Acomplejada tal vez? ¿O intoxicada? Siempre pensé que eras más fuerte. Que tu alma no caería en ese tipo de debilidades, digamos, “mediocres”.
Siempre te gustó (demasiado) simplificar. Te has creído que las calles están llenas de amigos de esos que (según tú) nunca vienen mal porque nunca sabemos para qué les vamos a necesitar. ¡Pobre desgraciada! No has aprendido nada. Hay demasiado charlatán suelto por ahí. Y algún pitopaúsico que otro mirándose el ombligo o el…
Tú, como gran parte de la raza humana (imbécil por naturaleza), aún no te has dado cuenta que cada arruga de su cara es momentos vividos junto a ti y que la flacidez ha hecho acto de presencia para decirte lo bien que lo han pasado juntos tu cuerpo y el suyo. Muy al contrario, rechazas el paso del tiempo como si del demonio se tratara y no te das cuenta que ese tiempo ha construido tu vida…y la de los tuyos.
Reflexiona. Es lo único que te queda llegado a este punto.
Debes recordar que nada se detiene. Que la vida sigue su curso sin inmutarse. Pero no. Tú, como eres incapaz de aceptarlo, buscas cómplices en el sexo opuesto que te regalen una caída de parpados o una sonrisa lasciva. Te conformas con algo grotesco que apenas dura…un rato. Buscas dónde perderte para encontrarte, pagando un precio muy alto por tener “magia” barata. ¿Para qué? ¿Para huir de la “bendita rutina”?
¿Qué de malo tienen ciertas rutinas? Hay que “ganarse el pan” todos los días porque siempre se puede hacer algo que no sea lo de siempre. ¡Aunque haya días que no puedas ni darle a los pedales!
Si piensas un poco te darás cuenta que lo has hecho mal. Rematadamente mal. Seguramente el problema eres tú y tu inconformismo de medio pelo. Dejaste que el amor y la pasión dieran paso al cariño y al compañerismo y te dedicaste a preocuparte más por la vida de los de fuera que de los que tenías bajo tu mismo techo.
Acepta que te has equivocado.
Soy capaz de entender muchas cosas, pero otras no. Y también soy capaz de ponerme en la piel de otros…pero no siempre. Épocas complicadas las tenemos todos y, según nos pille, hay veces que cuesta mucho tirar de la cuerda. Pero de ahí a…
Yo, cuando tengo esos «brotes» de debilidad, sé que ha llegado el momento perfecto para hacer balance sobre las cosas que me hacen feliz. Y ahí es es cuando veo que nada es como antes y nunca lo será.Y que, a veces, la solución es no hacer nada. Sólo dejar que el tiempo vaya corriendo.
Reflexiona o será tarde. Porque, por si no lo sabes, hay vida después de ti.
Arrepiéntete…si sabes lo que significa esa palabra. Y, por lo menos, pídele disculpas. Haz que mire atrás y sólo vea buenos recuerdos. Todo suma. Todo influye. Sabrás que todo va volviendo a la normalidad por esos pequeños gestos que tanto te gustaban de él.
Te deseo lo mejor.
¡Miserable!
P.D.: ¡y qué a gusto me he quedado!
Coco.
Fuente de la fotografía: Pinterest.