EL ANUNCIO

Cuando se acerca la Navidad no hace falta que miremos el calendario. La iluminación callejera, el hilo musical en algunos centros comerciales y el turrón en los supermercados nos hacen saber que llega una época muy especial para todos. Y si todo esto no es suficiente porque siempre hay algún “despistao”, hay anuncios se encargan de poner la puntilla. Los hay que provocan melancolía, e incluso tristeza, por los que no están y también tenemos a aquellos que provocan alegría por reencontrarte con los tuyos. La Navidad da mucho juego en estos de los sentimientos a flor de piel: la ilusión de la noche de Reyes,las peleas con cuñao en Nochebuena y los flechazos que nacen con las 12 campanadas.
Este año, vayas por donde vayas, no se habla de otra cosa que de “El Anuncio” y todo el mundo sabe cual es sin decir la marca. El vídeo arrasó en un sólo día con casi tres millones de reproducciones en YouTube. No es la primera campaña publicitaria que nos arranca más de una lágrima. Y es que hay anuncios que son verdaderas obras maestras capaces de contarte una historia y emocionarte en sólo 20 segundos.
Mis más sincera enhorabuena a los creativos del anuncio de Ruavieja. Los publicitarios buscaron despertar algo en el consumidor.
Un anuncio que ha hecho llorar, y pensar, a más de uno.
Como humanos que son han probado en sus carnes que las emociones se contagian y, siempre atentos a nuestros vaivenes emocionales, crean campañas que saben tocar el punto más débil en el momento más débil. Dicen los que saben mucho de estas cosas que anuncios como “El Anuncio” los usamos como espejos terapéuticos. Me lo creo pero…
Con todos mis respetos a esos grandísimos publicistas, y como he oído a más de uno, anuncios como “El Anuncio” consiguen que te sientas mal ”gracias” a la ayuda que esos “endemoniados artilugios” hacen a las vidas tan maratonianas que llevamos. Yo, particularmente, les estoy enormemente agradecida a esos artilugios y a las redes sociales porque, sin ser adicta a la llamada (por falta de tiempo), me ayudan a seguir en contacto con mi gente.
Por supuesto que pasar más tiempo sin redes sociales es mejor…si puedes soportarlo. Y es cierto que han venido para cambiar la forma en comunicarnos. Y también lo es que los emojis nos invaden pero JAMÁS tendrán el efecto del afecto. Fijar límites en las redes sociales no tiene que ser la gran guerra interplanetaria en la que a veces la convertimos. No es justo.

Hay a quien le hace ilusión la navidad y a quien no. Cada uno la vive como sabe, como quiere o…como puede.

Os confieso que cada año hago esfuerzos titánicos para que la alegría invada mi casa en esas fechas. Y lo consigo. No lo tengo nada fácil. Como muchos, no tengo suegros ni padres. Mi hijo de 11 años nació sin abuelos y todavía está haciéndose a la idea de qué son exactamente “los abuelos” y por qué él no los tiene. Se ha quedado gente muy querida en el camino. Gente que se ha ido antes de tiempo y que me hacen mucha falta. Y en el aire flotan esos sinsabores tensos y agridulces que has pasado a lo largo del año con los que de verdad importan.
Yo quiero, y necesito, una Navidad alegre. Es algo personal.

Reconozco que me gustan muchísimo esos anuncios que sacan alegrías de las dificultades. Como el de Ruavieja. Pero en esta época no me vienen nada bien. Sufro un bajón que flipas y cada vez que uno de ellos cae en mi móvil o aparece por la tele, se me revuelven las tripas. Pido perdón por sentir algo así, pero os juro que si en lugar de ahora los proyectarán -por ejemplo- en verano, sacarían de mí toda la energía de mundo para dedicar las vacaciones a todos aquéllos a los que en el día a día tengo olvidados.
Yo prefiero un anuncio que me toque la fibra de otra manera. Os diré que después de ver el anuncio lo primero que pensé es que en estas fechas, bajo ningún concepto, quiero estar triste. Ni sentirme culpable por no llegar a donde no llego. La distancia no hace el olvido, sólo que el tiempo se nos va de las manos. Todos querríamos tener más tiempo libre pero el caso es que no lo tenemos.

…y pregunto:

¿Es sólo culpa nuestra? ¿La adicción al móvil y a las redes sociales son la única causa de toda esa distancia que tenemos (o ponemos) con los que más queremos?

Pensadlo bien.

Coco.

Fuente de la fotografía: Fotograma del anuncio Ruavieja: «Tenemos que vernos más»

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