Con cara de póker, así intento quedarme cuando alguien me da una mala noticia, el problema es que son incapaz de mantenerla más de 2 minutos.
No se si es que soy muy empática o fácilmente impresionable, pero en los últimos días he vivido varias situaciones que me están haciendo pensar.
La madre de una de mis amigas del cole mi primera amiga del cole, se ha ido para siempre y yo fui incapaz de mantener el tipo cuando su hermana me contaba cómo había sido la despedida. La entereza de la SEÑORA (porque era así, una señora con todas las letras y en mayúsculas), era tal que les dijo a sus cuatro hijos que llegado el momento no estuvieran tristes, que tuvieran en cuenta que ella les iba a estar viendo y dándoles fuerzas y que hicieran el favor de no avisar a nadie por wassap, asi que mi amiga y sus hermanos han recibido de viva voz el pésame de muchos de los que queríamos a su madre y además nos llevamos una lección de elegancia y humanidad tremenda.
Por otro lado, recientemente he sabido que los hermanos de dos amigo de la universidad están en pleno periodo de lucha contra ese intruso que nadie quiere tener cerca. Yo en mi línea, intentando aguantar las lágrimas mientras me dan la noticia, pero mis ojos tienen vida propia y expresan lo que mi boca no quiere, no sabe o no puede decir en ese momento.
Creo que el motivo principal de no controlar mis emociones es la admiración. Admiración ante esas personas que valientemente se enfrentan a lo que venga y que son capaces de transmitir paz y ánimo a los que les rodean. Les dicen a sus familias que no se rindan, pues ellos no lo hacen. Son luchadores que desde lo más profundo de su ser se plantan ante la adversidad, se crecen gracias a la energía de los suyos, y se hacen más fuertes. Lo hacen por ellos y por los que les rodean y aun pasando un mal momento son capaces de sonreír.
Lo mejor de todo es que lo consiguen, les contagian de su positivismo (aunque sea solo un papel que interpretan de cara a la galería) y así lo transmiten las personas que les quieren. Es como si con la enfermedad adquirieran unos superpoderes capaces de influir en los suyos para minimizar el dolor que indudablemente van a sufrir.
Hasta el día de hoy, no he vivido en mi entorno más cercano una situación así, y sólo deseo que el día que llegue sea capaz de transmitir a los míos esa serenidad que hace que la cara de poker no sea necesaria.
Reyes