Antes todo era distinto, hablábamos todos los días y nos lo contábamos todo.
Antes siempre estabas allí para recogerme cuando por mi temeridad me caía.
Antes siempre eras mi vocecilla en mi cabeza que me calmaba cuando se me encendía la vena.
Antes siempre estábamos deseando vernos, y en todo momento sabíamos dónde estábamos.
Antes comprendías mis defectos y parabas mi loca confianza para que no me la pegara.
Antes tus charlas sobre la vida despertaban mucho en mí y me hacían pensar diferente.
Antes la sinceridad era la regla número uno.
Antes todo olía a ti.
¿Y ahora qué?
Caye
La sinceridad ahora huele a podrido y la gente solo utiliza la verdad para hacer daño, SINCERAMENTE yo me he pasado a las mentiras piadosas, huelen mejor…