Y entonces llegó él, dispuesto a cambiarnos la vida.
Llegó hace un año y aún no me creo que esa personita de ojos negros y pelo revuelto esté a punto de llamarme «mamá».
Llegó en el momento adecuado para convertirse en el motor de la vida de muchos de los que le rodean.
Llegó para recordarnos que somos familia, y que la familia que se elige también es importante.
Llegó para desmontar teorías acerca de la misteriosa desaparición de los círculos de amigos de las parejas que tienen niños.
Llegó para llenar nuestra casa de objetos extraños con formas de animales que hablan solos cuando te acercas a ellos, o cuando te alejas.
Llegó para hacernos valorar el papel que nuestros padres han tenido y tienen en nuestra vida.
Llegó para que volviéramos a escuchar con atención. Las risas y los llantos son su especialidad para que tengamos nuestros sentidos alerta.
Llegó para demostrarnos que somos capaces de hacer cosas que antes ni nos imaginábamos.
Llegó para que nos planteemos qué es lo que queremos hacer con nuestro presente y nuestro futuro.
Llegó para hacernos vivir infinitas primeras veces.
Llegó para recordarnos qué es lo realmente importante.
Lo importante es él y lo demás… ya lo pensaré mañana.
Reyes
Imagen: Roque, reivindicando para qué está aquí.