Mi cabeza va a mil es martes todo el mundo ha despertado de su letargo estival, será que el Winter is Here, todo es una locura de día, me cierro la puerta para pasar desapercibido a ver si consigo mimetizarme con el cactus que tengo al lado del ordenador y no me molesta nadie. Pero no. To can la puerta y aparece una persona que no conozco de nada. ¿Caye, tienes un minuto? No existe frase-pregunta a la que tenga yo más miedo. Es ese el momento que me doy cuenta que lo del cactus no ha funcionado.
Si pasa, pasa, hace tiempo que quite una de las sillas de mi despacho y la otra siempre tiene algo encima, hábilmente coge las carpetas y se las pone a un lado y consigue su objetivo sentarse. Adiós mañana productiva de sacar a delante todo lo que tengo encima de la mesa.
Son las 10:30 de la mañana y su primera frase ya una vez sentado es… Es que he pensado… ya que yo se…. Que mi hermana también sabe. Todo para el, el lo sabe todo y si no tiene un amigo de su hermana, que no estudio medicina porque le daba aprensión la sangre, patatín patatán.
Estar sentado con una persona que no conozco de nada mucho más allá de mi relación laboral pero que se enrolla como una persiana, la verdad es que no me ayuda a empatizar con ella y directamente mi mente piensa Vete al jodido grano, es que me da igual tu carrera, la de tu hermana o lo que hayas hecho antes, lo único que quiero es saber que como puedes aportar valor, no me gustaría dormirme mientras alimentas tu ego con palabrería vacía. Mi cabeza asiente a todo lo que dice con mi mente desconectada en plan Homer Simpson, solo hago un gesto que aprendí hace tiempo para gente como esta que invade mi tiempo con la intención de desahogarse, me quito el reloj y lo pongo entre los dos boca abajo, en una situación en la que tenga contacto visual.
Vale ya lo he calado está buscando autocomplaciencia, sentirse seguro que sus decisiones no van a ser tiradas por tierra y que es parte de la manada, vale ya te empiezo a pillar chaval, pero ve al grano por Dios, que llevamos media mañana hablando, o ¿será escuchándote?
Miro mi reloj y decido hacer mi truco de magia, es el momento que lo cojo y me lo vuelvo a poner en la muñeca ante su atenta mirada, y cha chan… el truco sigue funcionando automáticamente es consciente de mi tiempo se levanta y se va. Parece que no he perdido facultades con el truco del reloj.
Me encanta hablar con la gente y escucharla, pero yo también tengo mis días de no me molestes que muerdo, como sabes mi puerta está siempre abierta, así que si un día la encuentras cerrada piénsatelo dos veces antes de entrar.
Caye