Comienza la semana de pasión y así pienso vivirla, apasionadamente.
La Semana Santa se celebra en muchos lugares, y como en mi ciudad, en muchos sitios, pero para mi es la mía y es la mejor que tengo.
Es una semana de echarse a la calle, de comer torrijas, de quedar con los amigos o encontrártelos por el camino, de ver procesiones y tomar vermús, de estar con la familia y salir al campo o a la playa a comerse la mona.
En mi ciudad la Semana Santa hace que las calles estén llenas de gente, siguiendo a los costaleros, a las damas de mantilla, a los nazarenos o a los músicos, pero sobre todo, llenando los bares.
Todos los días se sale, desde el domingo de ramos hasta el domingo de resurrección, hay que seguir las procesiones. Se establece un centro de operaciones en el que den bien de comer y de beber y desde ahí a todas las iglesias del centro a ver salir las vírgenes o a acostar a los santos.
Imprescindible el grupo de wassap para ir mandando ubicación al resto y que así vayan acudiendo.
En cada esquina, una sorpresa, un amigo, un reto para los costaleros o una cámara que toma buena cuenta de lo que ocurre.
La semana santa tiene cada día más de tradición y menos de religión, pero se hacen ver los valores de las personas que la integran. Compañerismo entre los costaleros, confianza ciega en el capataz, respeto a los que rezan, silencio para la reflexión…
Este año volveré a ponerme la vesta la noche de Jueves Santo, procesionaré en silencio (que para mi es mucho sacrificio) y volveré a buscar miradas cómplices, de esas que me adivinan la sonrisa que se me dibuja al encuentro de sus ojos.
¿Y tú, piensas vivir(la) con pasión?
Reyes
Fuente de la imagen:Pinterest. Autora: Cristina García Rodero