No quiero dar un discurso pero…
Me habían contado que los que nacen los cobardes y sin escrúpulos tienen ventaja sobre el resto de la humanidad porque pasito a pasito se van a hacer los dueños del mundo. Y es cierto. El nivel se ha puesto tan alto en este mundo corrupto que me estoy acostumbrando a verles triunfar.
Hombres (y mujeres) que de hombres (y mujeres) sólo tienen lo que les cuelga. Gallinas que cacarean como gallos de pelea pero que cuando vienen mal dadas se esconden al instante en sus corrales.
Me los sé de memoria. Arrogantes. Camaleónicos. Y vanidosos. Viven mirándose en el espejo. Con el ego subido. Una panda de flojos. Auténticos farsantes. Mediocres que “se arrugan” huyendo del riesgo. Dan un paso y retroceden diez. Es difícil alcanzar su nivel de mezquindad. Podría utilizar muchos calificativos y, aún así, me quedaría corta.
Estas avestruces de medio pelo a la hora de la verdad les tiembla el pulso. No saben. No contestan. Tienen la manía de ver defectos donde no los hay. Y disfrutan humillando al prójimo. Simulan ser valientes pero…sólo lo simulan. No deciden por puro miedo. A la hora de la verdad huyen con el rabo entre las piernas. Se esconden en su “valentía” para ocultar la cobardía que les caracteriza. Nunca da la cara. Esa es su forma miserable de reaccionar frente al miedo. Con doble vara de medir. Porque saber lo que es justo y no hacerlo es la peor de las cobardías.
Una vez hecha la confesión, en defensa de todos los cobardes del mundo diré que son unos visionarios. Por eso ganan las batallas. Conocen el miedo. Viven con él metido en el cuerpo. Lo huelen. Y huyen. Para ellos esconderse es alcanzar la victoria. Si los examinas, o los sufres, podrás comprobar que no hay grandes diferencias entre ser cobardes o valientes, lo que les diferencia no es el sentimiento sino la respuesta. Huir es la valentía de los cobardes.
La cobardía. Ese vicio tan feo. Y tan cruel. Cruel con quien lo sufre. Nadie se libra del tormento. Con sus comportamientos hacen imposible la vida de los que les rodean y en este mundo NADIE tiene derecho de ir por la vida haciendo daño.
A vosotros que tiráis la piedra y escondéis la mano os diré que, en mi opinión y aunque me quede sola en esta guerra, no son épocas para cobardes. En estos días de lucha algo que no puede faltarnos a ninguno es el valor. Y aunque pueda parecer imposible, no todo está perdido. El cobarde se hace, no se nace. Y reinventarse está de moda. ”SER DE NUEVO…” lo llaman. ¡Estáis de suerte! Ahora. Eso sí. Si quieres eliminar todo rastro de tu cobardía tendrás que hacerlo pronto. Lo contrario será vicio. Y si surgen problemas…habla.
No estaría mal. El resto…vendrá solo.
Coco.
Fuente de la fotografía: Pinterest.