Otra vez me ha vuelto a pasar, no soy hombre de muchas palabras pero me he vuelto a quedar sin ellas para escribir unas líneas, que si hablo de las sensaciones, que si ya he borrado dos veces el título de Arderemos todos en el infierno, que si llevo más de 8 horas ya delante del ordenador. Debo hacer un reset mental, lo necesito.
Una semana rara de esas que van llegando con forme se va acercando el mes de diciembre, muchas cosas por cerrar, mucha gente pensando en vacaciones y gente que solo le entra la prisa cuando ven que le pilla el toro.
Cojo el teléfono para relajarme y juego a una de las cosas que últimamente más me relaja y es ver de todas las llamadas de hoy con cual he tenido la mejor conversación, esa en la que no habían quejas, esa en la que nos hemos mostrado como somos, esa en la que nos agradecimos las cosas, conversaciones que me hacen saber que voy por el buen camino y decido darle a la rellamada y dale las gracias por todo esto. No me ha costado mucho ya que era muy fácil hacerlo y he tenido la sensación de que le ha gustado mi llamada.
Ya me encuentro mucho mejor pero ahora se me ha olvidado que era lo que tenía que hacer.
Caye