Tú propones, y los demás disponen… de tu tiempo, de tus ideas, de tus planes, tanto que al final no parecen ni tuyos.
No se si te habrá pasado alguna vez. Tienes una idea, la comentas con los de tu alrededor y además de apropiarsela, le añaden algo de su cosecha y chas! ya es suya. Y ahí te quedas tú con tu cara de tonto viendo como llevan a la realidad tu idea. Eso si, tu lo hubieras hecho mejor, pero se te adelantaron.
En ese momento piensas: «Bueno, si he tenido esta idea, puedo tener otra.» Y entonces te vuelve a pasar. La comentas y alguien se la apropia. Otra vez cara de tonto. Pero ya no más. Dicen que a la tercera va la vencida y a ti ya no te va a pasar más. Ya no te la van a quitar, ni la idea, ni tu tiempo, ni tu plan. Ya está bien. Ahora piensas, decides y ejecutas sin decírselo a nadie. Y ¡Oh, sorpresa! Las cosas te salen bien.
Lo mejor de todo es que te sientes satisfecho con el resultado. Has aprendido y has disfrutado. El resultado ha merecido la pena, y pensándolo bien, mejor que haya sido a la tercera, porque regalando dos oportunidades a los demás han experimentado ellos por ti.
Eso si, a la próxima, que aprenda otro, que tú ya estás de vuelta.
Reyes
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