La química es eso que pasa desde el primer momento en que conoces a alguien. Y a veces pasa que hay personas a las que me apetece acercarme y disfrutar observando cómo dibujan la vida sin saber apenas nada más. Sin ideas preconcebidas. Escapando de la manipulación de cotillas y dejando que la sorpresa forme parte del plan. Conocerles poco a poco. Muy despacio.
En los tiempos que corren, redes sociales aparte, no escuchamos, no tocamos y no nos acercamos a los demás lo suficiente. Y, sin embargo, dejamos que nos deslumbre aquello que menos brilla. Conocemos la teoría pero fallamos en la práctica. Por falta de uso, olvidamos que estamos rodeados de personas de carne y hueso sin avatar tras el que esconderse.
No. No se ve la vida desde fuera. Y aunque a veces hay que alejarse para ver mejor, otras…no. Otras hay que ir al terreno y descubrir que no hay normas ni reglas a seguir. Que cada vez es diferente, que siempre sorprende y que…¡no tienes ni puñetera idea!
Y no falla. Casi siempre ocurre. Conocemos gente interesante. Todo empieza con pequeños detalles. Dejando de ver trucos para descubrir la magia y así…”saborearles mejor”, diría el lobo. Lo mejor llega cuando vemos que bajo esa ropa hay un alma. Cuando aprendemos a conocer a esos otros que cuando sabemos comprenderles no podemos evitar quererles ni dejarles que nos quieran. Y, una vez les conoces, entiendes que somos más importantes de lo que algunos nos han hecho creer. Y que lo que refleja el espejo…te gusta.
Siempre hay algo más al otro lado del río. Aquí no se razona, ni se piensa. Sólo se siente. Y aunque ahora estén de moda otras cosas, esta red social llamada vida …mola más.
Coco.
Fuente de la fotografía: Pinterest.
Las imágenes carecen de sentimientos, por ello las redes sociales, a veces son tan banales. Necesitamos poder palpar y «exprimir » la energía de los demás descubriendonos.
Nada como mirara a la cara, reír a carcajadas y…¡compartir una cerveza!