«La única cosa realmente valiosa es la intuición» decía Einstein… y no seré yo quien le lleve la contraria.
Las personas podemos ser racionales o emocionales, y dejarnos llevar por la intuición o pedir pruebas y hechos para creer. Pero no nos engañemos, que la intuición tiene mucho de hechos y pruebas pues una parte de ella viene de las experiencias que hayamos tenido antes.
No adivinamos las cosas porque sí, sino porque en ocasiones anteriores hemos vivido una situación similar. Nadie nace enseñado más que de los instintos más básicos y a lo largo de su vida va adquiriendo conocimientos que se enlazan entre ellos.
Estas conexiones entre los hechos y sus consecuencias hacen que con el tiempo, tomemos un camino más corto a la hora de sacar conclusiones y nos saltemos el procedimiento entero, y es a ese salto al que llamamos intuición.
Esta intuición, en la mayoría de las ocasiones nos sirve para adelantarnos a los acontecimientos, pero cuidado, no vaya a ser que empecemos a dar las cosas por supuestas y nos engañemos nosotros solos.
A la intuición hay que hacerle caso en su justa medida. Deberíamos guardarla como as en la manga y sacarla a relucir en el momento apropiado. Pero no lo dejes todo a la intuición o te puedes pegar el batacazo más grande y doloroso. Si no las tienes todas contigo, pregunta. Y si no te atreves, se prudente.
No vayas de órdago si no tienes la jugada asegurada, pero no dejes de jugar y de arriesgarte o no saldrás nunca de dónde estás.
Ya se que encontrar el equilibrio es difícil, pero también es lo que le da emoción.
Intuye, investiga, prueba, experimenta y vive. Pues aunque hay cosas que no se pueden adivinar, valen la pena ser vividas por primera vez.
Reyes
«En el mar, como en el amor, suele ser mejor seguir una corazonada que obedecer a una biblioteca» (John R. Hale)
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