Desayuno, ducha, ropa …y abrir el cajón. Ese donde aún sigo guardando cosas. Las cosas más triviales que podáis imaginar. Y me ha dado por ponerme a pensar.
Sí. Yo, a veces, aprovecho los momentos más insospechados para plantearme cuestiones absolutamente inútiles. Y como lo hago con bastante frecuencia, nada más abrir el cajón, me he dado cuenta que nos pasamos una parte muy importante de la vida preocupándonos por cosas totalmente absurdas. De esas que cuando, pasado un tiempo echas la vista atrás, te das cuenta que no tenían la menor importancia.
Los cajones se inventaron para guardar eso que un día nos sirvió pero ya no y que, por alguna extraña razón, no queremos tirar. El mío esconde sus primeros dientes, flores secas, un marca páginas roto, el candado de la bici, fotos de mis padres… Sí. Ahí está lo más importante de mi vida.
Lo que ese cajón esconde me recuerda que hubo un tiempo en el que la vida parecía sacada de un cuento de hadas. Y que poco a poco los capítulos van sufriendo tachones y alguna que otra página arrancada. Y que…¿quién sabe todo lo que vendrá después?
Abrir el cajón lleva el peligro de caer en la nostalgia. Porque una cosa es imaginar y otra recordar lo vivido. Los tiempos pasados no volverán. Nunca se vuelve a tener los amigos de Primaria. Ahí andan escondidos años de llantos y risas. Amor y dolor. Noches sin dormir esperando al Ratoncito Pérez. Besos vestidos de rosas rojas. Ratos de soledad. Un libro. Y…los que se fueron.
Mañana, 31 de diciembre. Colorín colorado, este año se ha acabado. ¿Un día como otro cualquiera? ¿O puede que hagas algo diferente? Algunos celebrarán que se acaba. Y otros lo que vendrá después. Porque las historias siempre continúan.
Cierro el cajón. No toca pensar. Toca vivir. Vivir cada día como si fuera único. Ni el primero ni el último. El único. Levantarte de la cama sin más planes que los de dejarte llevar. Y volver a cagarla. Equivocarte una vez más. Caminar por la cuerda floja pero sin dejar de mirar al horizonte. Sin la más mínima seguridad.
Porque hay cosas en la vida que siempre funcionan. Cosas de esas que me hacen tilín en el corazón.
Porque a vivir se aprende viviendo. Y es la mejor forma de…empezar el año.
Coco
Fuente de la fotografía: Pinterest