Diciembre. Cuando los deseos se cumplen. El Gordo, fiel a su cita, hará millonarios a unos pocos entre los que no estaré yo. ¿O sí? Si me toca, os pongo por testigos que saldré en bata a la calle y con el calvo de la esquina descorcharé una botella del mejor espumoso frente a las cámaras de televisión. ¡Como marca la tradición!
Mes de reencuentros. Besos, muchos besos, y abrazos. Regresan a casa los que están lejos. Poco a poco van llegando todos. ¡Hasta el “caganer” vuelve a nuestras vidas!
Y pasa que, mientras la mitad de la humanidad corre sin descanso cargada de paquetes con lazo rojo, la otra mitad escapa del ritmo frenético de la Navidad con un mantecado en cada mano y otro en la boca.
Pasan cosas raras. La zambomba y el almirez serán la play list del mes. Sí o sí. Te perseguirá donde vayas hasta bien entrado Enero. Y, a su lado, una orgía de leds, bombillas y rayos láser iluminarán hasta el pueblo más escondido del Planeta Tierra.
Mes de tradiciones. El señor gordo con barba y gorro volverá a colgar del balcón de mi vecino hasta pasado Carnaval. O la lencería roja que, año tras año, se reinventa sin manual de instrucciones. ¡Esos boxer con agujero o el tanga microscópico me traen de cabeza!
Y aunque celebrar no es una obligación, la fiesta de Diciembre no es una fiesta cualquiera. Es LA FIESTA. Tú decides activar el modo Grinch o llevar colgando de la pechera una rama de muérdago por si alguien pica. Seas del bando que seas…¡en tu mundo mandas tú!
Sólo en Diciembre, cuando lleguen los cuartos puestos hasta arriba de cotillón, uvas y confeti, pedir un deseo y decir hola a…Enero.
Coco
Fuente de la fotografía:Pinterest