Por fin, o por desgracia (según para quien) ya están aquí las rebajas.
Los clientes encantados con poder comprar artículos rebajados y los vendedores deseando que pase ya la peor época del año en lo que a atención al público se refiere, o mejor dicho «atención al vendedor» porque son ellos los que sufren a los clientes y no al revés.
Vamos a ponernos en situación: primer día de rebajas, clientes haciendo cola antes de la apertura de la tienda, vendedores preparados para recibir las hordas de gente en el momento de apertura de las puertas y esa sensación de » me va a pasar un tren por encima y no puedo hacer nada para evitarlo».
Se abren las puertas y cada cliente va en al dirección de esa prenda que tanto le gustaba pero dejó pasar el momento porque el precio no se correspondía con lo que él estaba dispuesto a pagar y de repente:
-«¡Oh, no está! ¡no puede ser!. Oye, perdona, ¿no tienes esto en mi talla?»
– «No, lo siento. (ni de coña, se acabó hace dos semanas)»
– «¿Estás segur@? ¿No lo tendrás en el almacén?» (este se lo está guardando y en cuanto me vaya de la tienda lo saca para que se lo compre mi vecina y yo me quede con las ganas).
– «No, en el almacén no hay nada, en rebajas está todo en la tienda». (Si mujer, lo voy a tener guardado para ti y voy a dejar de atender la cola de la caja para ir a buscarlo porque cuando te lo probaste valía 5 euros más y te parecía excesivo).
– «Pues vaya. Ponéis rebajas y no os queda nada.» (Sigo pensando que lo tiene guardado, pero pienso venir mañana por si acaso. A mi no me la da.)
– «…» (esa es la idea, se rebajan los restos de temporada para liquidar).
Esta conversación ocurre a lo largo de las rebajas unas 100 veces al día, y claro los vendedores no son de piedra, así que la primera vez del día puede que se muerda la legua y no conteste, pero la vez numero 99, ya no puede con su alma ni con su lengua y capaz que le suelta una fresca al cliente numero 100. Lo se, no está bien, pero está totalmente justificado. Llámalo defensa propia o enajenación mental transitoria, pero desde luego que lo sufren y mucho.
Las rebajas tienen la capacidad de cambiarnos a todos el carácter ( y los modales), no sólo los vendedores se transforman a lo largo del día, también los compradores que están eufóricos si han conseguido sus objetivos o desesperados si no han encontrado nada, pero lo que más cambia son las tiendas. A lo largo del día, lo que empezó siendo un espacio comercial con todos sus productos ordenados por precios, acaba siendo un campo de batalla por el que han pasado los ejércitos de los siete reinos.
Vamos a poner en práctica la empatía y cuando volvamos a ir de rebajas, pensemos en ese vendedor, o vendedora, (olvídate de eso de llamarlos «dependientes»), que está ahí para ayudarte, pero no para ser tu criado , para asesorarte, si el tiempo, las circunstancias y el resto de clientes le dejan y para que al final del día los dos podáis decir que habéis sido capaces de sobrevivir a las rebajas.
#YoSobrevivíALasRebajas
Reyes
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