Las Negras

Cuentan los ancianos del lugar que fueron unas madres, “Las Negras”, quienes dieron nombre a este pequeño pueblo pesquero con sabor mediterráneo. Unas madres que, mientras sus hombres iban a pescar, recorrían en burro el sendero que separaba sus pequeñas casas blancas del único lugar que les comunicaba con el resto del mundo.

Un día ocurrió la tragedia. Todos los hombres fueron devorados por el mar. Después del horror, empezó la leyenda. Esas leyendas que se mezclan con la historia sin saber cuanto hay de verdad y cuanto de romance.

Las madres, enlutadas de los pies a la cabeza, esperaron días y noches en la orilla del agua el regreso de sus marineros. Nunca más se supo de ellos. Llantos desgarradores dieron paso a la resignación. A sus espaldas todo el peso del poblado y…de sus hijos. El instinto de supervivencia les convirtió en Las Jefas. Las verdaderas protagonistas de familias rotas. De un pueblo huérfano.

Pero, como nos gusta decir a más de uno, la vida sigue. Las suyas, también. La vida seguía para los que allí se quedaron y había que tirar p´alante. Continuar. No había excusas. Ni querían.

Esas madres, negras de la cabeza a los pies, lobas heridas y con las cicatrices del alma ensangrentadas, al ver la amenaza de sus cachorros, sacaron las fuerzas de donde no había. Siempre hay algo más que dar. Se dieron cuenta, a pesar de todo, que aún lo tenían todo por hacer.

No sabían leer ni escribir. Pero sus cabezas pensaban. Solo sabían plantar en la pequeña huerta. Estaban llenas de miedos y dudas. Pero tenían agallas. Porque sus corazones sentían. Llegó la hora de pasar página. Dejar atrás sus sueños de entregadas esposas. Les tocaba ser personas. Y ser persona fue el motivo que les llevó a hacer lo imposible. Les tocaba sufrir. Más. Cargar todo a cuestas: cuatro enseres, algún recuerdo y…sus hijos. Eran, además de personas, madres. Empezaron a caminar. Paso a paso. Y con los pies llagados por el calor, un día, encontraron una pequeña bahía que les daba el agua suficiente para regar sus huertas.

Esas madres, Las Negras, no se dieron por vencidas. Las tragedias llegan cuando menos lo esperas. Pero ellas no dejaron que se quedara a su lado comiéndoles el alma. Ni que los fantasmas del pasado parasitaran en sus vidas. Lo dieron todo para conseguir su nueva felicidad y la de los suyos. Cada día que pasaba sentían dolor. Agotamiento. Sudor. Valor y Coraje. Lágrimas. Pero al llegar les dolió todo…menos el alma. Porque cuando vuelves a nacer, puedes ser todo lo que te dé la real gana. Siempre hay una segunda oportunidad. Y a ellas la vida les puso a prueba. Y aprobaron. Con nota.

Nadie les homenajeo. Su grandeza ha pasado desapercibida para muchos. Jamás celebraron el Día de la Madre. Pero su luto, su sacrificio y sus dificultades dieron nombre a esa hermosa bahía donde volvieron a ser felices.

Iconos. Heroínas. Mujeres…Madres.

Coco

Fuente de la fotografía: Pinterest.

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2 COMENTARIOS

  1. Es una naración preciosa, que refleja perfectamente como somos las mujeres, como somos las madres

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