No hay receta. ¿O sí?
¿Cuál es la receta?
No supo qué contestar cuando alguien, de pronto, le hizo la pregunta. Le pilló fuera de juego. Absolutamente. Jamás se había parado a pensar que existiera una receta. Ni cuales eran los ingredientes.
¿Dónde está el truco? Déjame pensar…
Ella tan de letras y yo tan de ciencias. Ella tan loca. Yo tan metódico. Ella, sin prometer. Yo, sin esperar. Yo muy pirata. Y ella…mi princesa. ¡Tan diferentes!
Veo. Y siento.
Veo besos, carcajadas y palabras de aliento que despiertan mi alma todos los días. Gestos que me recuerdan el día que el mundo se paró… a sus pies. A pesar del tiempo y los contratiempos.
Siento cómo se acelera mi corazón. A pesar de todo. A pesar de las broncas y los momentos difíciles, todavía hay ganas de comerle a besos. Unos días más que otros. Cierto.
Veo abrazos, sonrisas y miradas cómplices que aún me dicen “No estás solo”. Que “si tú caes, yo te cojo”. Su mano y mi mano, unidas. Pase lo que pase. Contra todo y para todo. Aprendiendo juntos.
Siento que daría mi vida por ella. Por tenerle cerca. Por sus “Te quiero”. Por sus “¡Buenos días!”. ¿Por sus reproches? También. Por seguir viendo a través de sus ojos y descubrir…lo inesperado.
Veo su locura. Su fuerza. Esa forma que tiene de caminar y ¡que me vuelve loco! Cómo cierra los ojos cuando le beso… la pasión. Momentos mágicos.
Siento dolor cuando nos odiamos. Y oírle respirar a mi lado me da seguridad. Su olvido es mi recuerdo. Su ausencia, escalofríos.Su dolor, impotencia. Su voz, paz. Su risa, placer.
Cuidarle…mi rutina.
Lo nuestro es un amor normal y corriente. ¿O no?
¿Los ingredientes? Ella. Yo… y cosas que hacen que la vida valga la pena.
Coco
Fuente de la fotografía: Pinterest