Pues sí, llegó Diciembre ¡y yo con estos pelos!
La verdad es que no me había dado cuenta de lo que esto significa si no es por el post de Reyes y los efectos que el “black friday” han causado en más de una…y uno.
A mí tampoco me hacen especial ilusión estas fechas porque me faltan mis mayores y eso, en esta época más que en ninguna otra del año, hace mella. Sin embargo tengo lo más grande: tres hijos que me hacen vestir de castañera, darle a la zambomba y al almirez o colgar un señor del balcón de casa… ¡y doy fe que lo he hecho más de una vez! ¡Hasta de pino me he disfrazado!
Llegó el momento de la magia. Igual da que sea Papá Noel, los camellos, los renos o el belén… A más de uno de los que en estos momentos me leéis os tocará sacar a relucir el traje de Paje Real y atender las cartas que niños (y mayores) escriben a Sus Majestades Los Reyes Magos de Oriente. Esas cartas en las que se piden cosas “casi” imposibles, juguetes agotados o descatalogados, viajes a la luna y…esperanza. Sí, esperanza. Porque cuando llegue la noche, unos más que otros, irán a la cama pensando si sus deseos se cumplirán. Y cuando, por arte de magia, al día siguiente abran los ojos y comprueben que ese regalo imposible llegó creerán que sí, que es verdad, que los sueños se cumplen.
Llegó Diciembre, el mes de la esperanza, de la magia y la fantasía. En este planeta llamado Tierra, lleno de guerras, de luchas y odios hay que dejarse contagiar, darle alas a la imaginación y vivir estas fechas con la misma ilusión de tu niñez. Son tiempos convulsos pero, ¿por qué no volver a ilusionarte?
Reír, llorar, compartir o no. Respira hondo, relájate y saca el escudo contra la tristeza. Cada uno lo viviréis de una manera pero…no dejéis de soñar.
Coco.
Fuente de la fotografía: Pinterest.