Situación: Empieza la primavera. Toca cambio de armarios. Todo un fin de semana dedicado en cuerpo y alma a vivir esa “gratificante experiencia”. Sí, gratificante porque me permite darme cuenta de cuánto elemento inútil guardo estación tras estación y cómo voy “haciéndome mayor”…cómo he cambiado.
Resultado: Malestar general, estornudos, picor de ojos…En fin, prueba superada y ¡hecha un asco!
Acción: Voy al médico. “Doctora ¿qué me pasa? Querida paciente, a la vista de los síntomas el diagnóstico es que sufres una alergia. ¿Alérgica yo? ¡La primera noticia con mis cuarenta y muchos! ¡A estas alturas!”
Efecto: Mi cabeza empieza a trabajar. Y a hacerse preguntas. De todo tipo. Bueno, ya sabéis como funciona nuestra mente en estos casos. Echo la vista atrás e intento recordar si alguna otra vez me sentí igual y no “me hice caso”. Al final, después de una interesante conversación conmigo misma, vuelvo donde empecé: la ropa. ¡Ahí está la clave! Esas prendas “inútiles” que he ido guardando estación tras estación, año tras año, por no sé qué motivos y en realidad me espantan.
La clave: He cambiado. Física y emocionalmente. Esos cuarenta y muchos años que llevo encima no han pasado en vacío. Y a lo largo de todos ellos he querido, soñado y amado a personas y cosas de todo tipo que ahora no significan nada para mí. ¡E incluso algunas me provocan alergias! A algunos de ellos les he ido guardando en un trozo de mí esperando recuperarles algún día…como esas piezas con olor a naftalina que nunca volverás a usar.
Siento decirles a todos ellos que HE CAMBIADO. Acabo de recibir un diagnóstico muy importante para mí: Soy alérgica. Ahora toca empezar con esas pruebas interminables para saber exactamente que bicho lo provoca. De momento, y para facilitarle la faena al alergólogo de turno, haré una lista con mis “bicho sospecha”. Si, esos que me provocan malestar:
Tengo alergia, y mucha, a los envidiosos. De ahí viene, seguro, el picor de ojos.
No puedo con la gente que te echa la culpa de todos sus males en lugar de mirar su ombligo. Igual se llevan una sorpresa y se dan cuenta que tiene un poco de culpa. Solo un poco, eh?!!!
Cuando me cruzo con el “quejica” de todo la vida no paro de estornudar. Otro bicho. Fuera con él ¡Hombre ya!
Me producen alergia los mentirosos, los prepotentes, los trincones, los marisabidilllos de turno… Uff, la lista es interminable!!!!!
A todos ellos, que les dediqué un parte de mi vida, sólo decirles: NO OS SOPORTO. Mi salud física y mental me lo impide. Y mi doctora…también.
Coco
Terminemos con los malditos bichos o bichitos que nos provocan esas reacciones. Que grande eres.
Holaaaaa!!!! Gracias por lo de grande!!!!!…y si necesitas algún repelente para ese tipo de bichos, relee este post cuando te pase.
Bssss.