Toda la vida oyendo que el tiempo lo cura todo. Y sí. Con él llega la indiferencia, cierra bocas, cae la venda de los ojos y…pone a cada uno su sitio. Pero curar lo que se dice curar me da a mi que es una mentira y de las gordas. El tiempo no cura. NO CURA NADA.
Ojo. Démosle al tiempo la importancia que realmente tiene, que es mucha. El tiempo anestesia, aleja, consuela, nos enseña que nada es blanco o negro y nos muestra, una y mil veces, lo cierto que es eso de que las apariencias engañan. Pero las cosas no pasan por arte de magia ni por arte del tiempo. Eso se lo dejamos al gran Tamarit. Hay cosas que nadie puede hacer por ti…y el tiempo y la magia tampoco.
Del mito ese de que el tiempo lo cura todo he descubierto cosas.Y algunas de esas cosas son conclusiones muy interesantes. Como, por ejemplo, que he aprendido a hacerle más caso a la intuición. Ese sexto sentido.¡Pocas veces falla! Te enseña que la gente viene y va y que, por la razón que sea, quien está ya no estará por decisión propia…o por decisión tuya. Que hoy sí pero mañana ya no. Que no hay reglas. Y que esto es así. Que hay que aceptar lo que hay y dejar ir.
He visto que lo que importa es la manera en la que nos curamos las heridas. Que no le dejemos nuestras heridas al tiempo. Que pasar página es un asunto privado y que debes ser TÚ quien se encargue de ese capítulo TUYO que quieres cerrar para escribir uno nuevo. Así que…¡Cada uno a lo suyo!
He comprobado que recurrir a hombros en los que llorar vale la pena. Mucho.Y preguntarles cómo viven las crisis que aparecen en su camino y cómo salen de ellas es un buen ejercicio. Porque nos pasa que queremos deshacernos de cosas para ir más ligeros por la vida y no es raro que, a veces, nos metamos en un agujero tan negro que nos haga acumular aún más desorden. Para eso ayuda mucho borrar algunos números de teléfono, tomar nota de “los mejores”…pero nada tan infalible como mandar a la mierda tantas veces como lo necesites. Ya sentarás cabeza cuando toque.
Y de vez en cuando mirar por el retrovisor. Recordar esos buenos momentos juntos, porque todo lo que te hizo feliz antes…valió la pena. Y porque hay que volver a amar tantas veces como nos lo pida el cuerpo. Fiándote de ese sexto sentido.“Compra” menos pero “compra” mejor, aunque seguramente te equivoques otra vez. Equivocarnos siempre nos da mal rollo. Y no es sólo la primera vez que pasa. Ni será la segunda. Son todas y cada una de las veces. Pero ya sabes que nadie es perfecto y que todo, TODO, lleva -a parte de tiempo- paciencia y entrenamiento duro para conseguirlo. Y no hablo de grandes hazañas. Hablo de pequeñas cosas que te hagan sentir bien.
Resumiendo: Pasa tiempo contigo. Hazte un centrifugado. Quédate con lo que te gusta y lo que no, ni te lo plantees. Hay que saber renunciar. Y es fácil aunque hoy no lo creas. Porque no somos torpes. Sólo nos lo creemos.
P.D.: No hay nada que no tenga solución. La fiesta volverá.
Al final…todo encaja.
Coco.
Fuente de la fotografía: Pinterest.