Otra vez he dicho SI cuando quería decir ¡NO!
Llamadme tonta, blanda, facilona…tenéis toda la razón.
El otro día escuché en un programa de radio que la mayoría de la gente no sabe decir NO y me sentí bien. Pensé que no era la única del mundo que, a estas alturas de la película, estaba haciendo cosas que no le apetecían, sólo por la sencilla razón de no haber sabido pronunciar una palabra tan simple: NO.
El entrevistado también explicaba que decir NO facilita las cosas. Y que a partir de una edad ya estamos más que preparados para poder soltarlo sin problemas. Pero yo, por mucho que lo intento, no lo consigo. Me esfuerzo pero no hay forma de arrancarme un NO cuando tiene que ser NO. “Nunca es tarde para nada” me repito una y otra vez intentando convencerme de que algún día sabré decir NO cuando toca. Y ahí sigo.
En la vida hay dos formas de relacionarte con los demás: diciendo SÍ a todo, y que te tomen por gilipollas, o soltando NOes a diestro y siniestro y entonces eres más gilipollas aún. Pasas a ser un GRAN GILIPOLLAS. También puedes optar por tirar por la calle de en medio. Entonces pasarás a ser un “bienqueda” de esos, pero esta parte aún no la he estudiado. No sé cómo se hace.
Sospecho que siempre hay un motivo que te impulsa a no decir NO. El mío debe ser tan poderoso que aún no lo he identificado. Se supone que ahora que soy mayor, que desde el punto de vista fisiológico me siento plena y que vivo como quiero, ya lo sé hacer todo y sé decir NO. Sin embargo hacerme mayor me ha llevado, en ocasiones, a verme obligada a cosas que no me convencen. ¡Y que levante la mano quien no se haya sentido igual más de una vez!
Intuyo que el truco está en no caer en la tentación del SÍ e ignorar el miedo a las consecuencias del NO. Y eso… eso no es tan fácil. El arte de decir NO, para algunos, es un arma de agresión; mientras que ir con la verdad por delante es un deporte de riesgo y a veces la cosa no está para arriesgar. O eso creemos. Grave error éste que nos lleva a repetir esos NOes pero que, al fin y al cabo, nos hacen imperfectos y nos recuerdan que, simplemente, somos humanos.
Error ¿o no? que nos recuerda que el ser humano debe equivocarse una y otra vez para aprender. Aprender de lo bueno…y de lo malo. Aprender del SÍ… y del NO.
Coco.
Fuente de la fotografía: Pinterest.