Un libro en mi mesilla.

Se me da bien eso de imaginar. Demasiado bien.

Eso y mi forma de ser.

Mi cabeza siempre está llena de unicornios, heroínas, detectives y…princesas. Seres imaginarios que se pasean por mi cabeza como Perico por su casa.

Y es que mi combustible es la lectura. Un vicio que tengo desde bien pequeña heredado de mis padres. Siempre he leído dejándome llevar hasta caer en las redes de las páginas y no poder parar pensando cómo acabará todo. A veces, lo confieso, no tengo límite. Siempre quiero más.

Más de una vez imaginé vivir alguna de esas vidas que aparecen en los cuentos que leía siendo aún una niña. Y a mi eso es una de las cosas que me hacen sentir bien. Me ilusiono con algo tan tonto como un puñado de palabras.

Leer me hace feliz. Esa sensación de sentirme atrapada entre unas cuantas líneas que me llevan a descubrir una historia. Letras encadenadas y mi imaginación…¡Hasta puedo viajar a cualquier parte del mundo! Viajar acompañada por un montón de palabras.

Leer para soñar. A cualquier hora. Los lectores somos una panda de soñadores incorregibles. Y esos sueños siempre merecen la pena. Acompañados de horas de insomnio y un buen libro. Si me está enganchando, seguramente no duerma hasta las mil y…¡qué más da!

Leer es descubrir. Porque no hay libro que no enseñe de qué va esto de la vida. Da igual el género. Siempre encierran algo que aprender…¡Te lo dan todo!

La fuerza de la lectura. Capaz de hacerme leer cualquier cosa que caiga en mis manos. Y en cualquier sitio. Hasta el listado de servicios que encuentras en una habitación de hotel. Todo. Leer es algo más que una pasión. Es una enfermedad de la que no me quiero curar.

¿Y qué decir de ese silencio que acompaña a la lectura? Con la única compañía de un café. O no. Bajo las sábanas. Al calor del sol. O envuelta en una manta. Solos mi libro y yo. No caben terceros. Nuestra intimidad. Una fiesta a la que nadie está invitado. Un mundo creado sólo para mi.

No sé qué sería de mí sin un libro en la mesilla. O dos.

Ya sabes: si quieres acertar conmigo…regálame libros.

 

Porque NUNCA acabas de leer.

 

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest

 

 

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2 COMENTARIOS

  1. Ay amiga! Comparto contigo esa pasión. Yo he llegado a enamorarme de personajes de libros, como Ahram, de La Vieja Sirena de José Luís Sampedro. Me enamoré tanto de ese personaje que luego tuve una relación con un hombre que se parecía a él y siempre he pensado que fue por eso por lo que me sentí atraída por un hombre tan mayor y tan inoportuno para mí. Así es la literatura, te estimula tanto que eres capaz de vivir vidas paralelas, la tuya, la del libro y la que surge de la intersección de ambas.
    Viva la literatura!!!
    Sara

    • Lo sé. Sé lo importante que es en tu vida. Destilas literatura por los cuatro costados…y he visto cómo has hecho de ella una parte esencial de tu ser. Este post, cuando lo escribí, tenía tu nombre. Bsssssssss

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