UN BORREGO MÁS

Vivo sin vivir en mí.

Esta semana he conocido a un “perdedor”.

Uno que no quiere en su vida ni el éxito ni el triunfo por el sólo hecho del miedo a que se ofendan a los demás.

Un perdedor de esos cuyo fin en esta vida es caer bien, quedar bien…hacerlo todo bien. ¡Vaya infierno!

Sí. Porque hablo de esos “perdedores” que jamás desobedecen, imposible que fallen y, cómo no, impensable que actúen según el corazón les dicte. Se niegan a luchar y se dan por vencidos cayendo en la mediocridad para, de esa manera, ser aceptado por el resto del rebaño siendo…otro borrego. Y es que, desgraciadamente, nada funciona mejor para ello que adaptarse a los deseos de otros y ser uno más. Basta con echar una miradita a nuestro alrededor para darnos cuenta que formamos parte de una sociedad que condena el talento y el éxito del prójimo. ¿O hay alguien que todavía no se ha enterado?
La rebeldía, ir contracorriente o atreverse a ser uno mismo es, para la gran mayoría, sentirse desnudo frente al mundo. En su lugar, practicamos la resignación, la timidez o el sentido del ridículo evitando así que nos juzguen. Pero… ¡Qué bobos somos! Caemos muy fácilmente en la trampa sin querer aceptar que el rechazo y la envidia, tarde o temprano, aparecerán. No podemos, ni debemos, caer bien a todo el mundo.
Cuando éramos pequeños jugábamos con la imaginación, ese “superpoder” tan diferente en cada uno de nosotros como nuestra huella dactilar. Pero nos hacemos mayores y, a fuerza de repetir las mismas rutinas día tras día, el “superpoder” se va haciendo cada vez más pequeño.
Y aunque pensar es gratis, la verdad es que no siempre es así. Preferimos pagar el precio de no darle oportunidad alguna a nuestra imaginación por miedo al fracaso…y al rechazo. Es entonces cuando comienza esa carrera de obstáculos para ser políticamente aceptado.
Ser espontáneos, romper patrones y crear sobre la marcha ha sido, es y será la única forma de adaptarnos al cambio. Sin embargo nos dedicamos a programar nuestras vidas dándole la espalda al factor sorpresa, atados a nuestros miedos.

¿Qué es lo que falla? ¿Dónde quedó el sueño de ser…ÚNICO?

Recordad que hay que jugar la partida con las cartas que nos hayan tocado. No con las del vecino. Y si no sabemos qué hacer con ellas…disfrutemos del juego ¡No te lo tomes todo demasiado en serio! Porque la pena es que nada volverá a repetirse de la misma forma. Cada momento sucede una sola vez a lo largo de nuestra vida o…como le gusta repetir a una amiga mía “Día que pasa, día que no vuelve “.

¡Qué razón tiene!

 

Coco

Fuente de la fotografía: Pinterest

spot_imgspot_img

Suscríbete

Seguro que te gusta

10 años aquí…

10 años aquí, y seguimos. No te voy a...

La puerta abierta.

Ha caído en mis manos un interesantísimo libro que...

Cogito EGO sum

No, no has leído mal, pone EGO, así bien...

Mis Jedi

La vida está llena de decisiones difíciles: elegir entre...

23 LECCIONES DEL 23

Decir que no a lo que no. Y ser...
Artículo anteriorNo es el tiempo
Artículo siguienteSize Matters

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Share This