10 sonrisas y alguna más

Después de un fin de semana de no parar, de sacar fuerzas de flaqueza para disfrutar el día y la noche y así no sentir ausencias, me he dado cuenta de que lo mejor que hay en el mundo son las agujetas. No!!! esas que estás pensando, no! (que también), me refiero a las agujetas que te salen en la cara cuando no puedes dejar de sonreír. Así que me he puesto a pensar en las sonrisas…

Existe una sonrisa tímida: esa que mostramos cuando no nos atrevemos a expresarnos libremente, cuando no tenemos confianza o nos halagan sin esperarlo. Es en esa ocasión en la que expresamos más con los ojos que con la boca.

Que no es la misma que la sonrisa contenida, que es esa en la que no puedes evitar sonreír, aunque no debas,  y se te van las comisuras de los labios hacia arriba, y se te acaba arrugando el contorno de la boca de intentar aguantarla, total que la imagen que ofreces es aún peor que si sonrieras abiertamente.

Nada que ver con la sonrisa forzada, esa que te cuesta poner cuando por dentro estás pensando que lo mejor que puede hacer esa persona que tienes delante es callarse o simplemente desaparecer de tu vista, y tú ahí, aguantando el tirón.

Ahora que si el personaje que te molesta desaparece, la sonrisa de satisfacción por ver tu deseo cumplido va a ser espectacular. De las que hacen historia. Esa sonrisa con los labios juntos pero de oreja a oreja, y ese suspirito socarrón que se te escapa sin querer y quiere decir: ¿Ves? ¡al final gano yo!.

Una sonrisa que me parece mágica es la de los niños. Esa sonrisa que nos transmite alegría, que se contagia. Esa, que aunque no te gusten los niños (que hay a quien le pasa), no puedes dejar de corresponder.

Es muy parecida a la sonrisa sincera de un adulto, la que nos sale sola, nos ilumina nos ojos y se nos ven con estrellitas, como en los dibujos animados.

Hay una sonrisa sosa, que es la que ponemos cuando nos vamos a hacer una foto. Estamos tan concentrados en sonreír y en posar para la foto que nos sale una sonrisa extraña así de medio lado que es el resultado de estar pensando: a ver si salgo bien, que quiero subir la foto al facebook y que me vea mi ex y se  muera de remordimiento. Total que sales con cara de poker en vez de lo divin@ que pretendías.

La sonrisa de inicio, esa que se convierte en carcajada también es mágica, porque empiezas por una leve mueca estirando la boca y puedes acabar llorando de la risa en un muy breve espacio de tiempo.

Las situaciones de felicidad máxima te llevan a la sonrisa que describía al principio, la sonrisa de las agujetas. Es inevitable, no la puedes contener, ni disimular, de momento te das cuenta de que te duele la cara y entonces caes, estás sonriendo a boca plena, las comisuras de tus labios llegan a tus orejas, tus ojos se estiran de la misma manera y toda tu cara resplandece. Te sientes genial, y tu entorno lo nota, ¿cómo no? y lo mejor de todo es que te devuelven esa sonrisa y se multiplica, produce un efecto en las personas de tu alrededor que ya quisieran muchos libros de autoayuda.

Aunque a mi, la que más me gusta es la sonrisa de recuerdo. Leí una vez que somos de quien nos piensa a mitad del día y sonríe,  y desde entonces soy consciente de la sonrisa que llevo en mi cara todo el día. Puede ser por ti, o por mis compañeros bacalaos, por mis amigos, mi familia… el caso es que siempre sonrío.

¿Y tú? ¿que tipo de sonrisa estas poniendo?

Reyes

Fuente de la foto: collage de Reyes con fotos de Pinterest

 

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