¡Qué tengamos salud!

¡Qué tengamos salud!

Esa es la frase estrella del día del sorteo de la lotería de Navidad.

Ese día, para unos tan esperado y para otros tan odiado, llega todos los años a recordarnos que hay ilusiones que se cumplen, aunque nunca sean las nuestras y que la salud es lo más importante, aunque solo nos acordemos de ella cuando nos falta.

Desde bien temprano, el día D, todos estaremos pendientes de internet, entrando de vez en cuando a comprobar si ya ha salido el Gordo. Y si no ha salido, seguiremos con nuestro trabajo, y si ha salido querremos saber dónde, y si dicen que es en nuestro pueblo o nuestra ciudad, entonces ya nos preocuparemos por saber el número (por si acaso). Pero si no ha tocado cerca, nos quedaremos embelesados mirando fotos de caras felices que han recibido una gran alegría. Y cerraremos los ojos y soñaremos esa escena con nosotros como protagonistas, y rodeados de los nuestros. Familia y amigos festejando que ¡¡¡¡NOS HA TOCADO EL GORDOOOOO!!!!

Ojalá.

He de decir, que con el avance de los medios de comunicación se ha perdido la ensoñación romántica de hace años. Recuerdo una compañera de clase que en el colegio SIEMPRE escuchaba la radio el día del sorteo. Sin que los profesores se dieran cuenta, claro, ella sentada en la última fila con el pinganillo puesto y nostras mirándola de vez en cuando a ver la cara que ponía por saber si el gordo pillaba cerca. ¡Bendita ilusión! nosotras que no teníamos dinero ni para chuches y pensábamos en la lotería como algo maravilloso. Por cierto que ahora que ella es profesora no se cómo lo hace… tendré que llamarla para preguntarle, pero no se si hacerlo antes del sorteo o después.

A otro que echamos en falta en estos días es al calvo de la lotería, y es que sin él nos sentimos un poco huérfanos. Esa magia que insuflaba y esa música que era imposible sacarse de la cabeza como sinónimo de felicidad. Menos mal que este año la publicidad  se ha olvidado de Raphael ( y tú tampoco te acordabas), y nos han recordado algo que es fundamental y es que en el juego de la lotería, «El mayor premio es compartirlo». Y es cierto. Compartimos lotería con la familia, los amigos, los compañeros de trabajo… y a veces pensamos «anda que si me toca el gordo en uno de esos que llevo una vigésima parte…» Pero no perdemos la ilusión, por lo menos los días previos. Son días de quedar con amigos, comprar lotería a medias y soñar juntos.

Por lo que pueda pasar, mis amigos y yo ya hemos quedado para celebrar el día antes del sorteo «La cena del pobre» pues puede que al día siguiente seamos ricos y no volvamos a probar las viandas a las que estamos acostumbrados.

Y si no nos toca, volveremos a decir ¡Qué tengamos salud!, y ¡Al año que viene, no compro!

Reyes

 

 

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