Me gustan las tías.

He muerto de amor…por las tías.

Esas que se ríen hasta de su sombra, que rajan por los codos diciendo cosas muy interesantes (y otras que no tanto), que disfrutan como nadie, que el tamaño no les importa porque saben que es lo de menos, que sufren con la sonrisa pintada de rojo, que se miran de arriba a abajo y…¡se gustan!, que cuentan sus emociones sin importarles el qué dirán, que lloran y dejan que les corra el rímel por toda la cara, que cotillean sin juzgar, que no les gusta el rollo ese de ir al parque todas las tardes y lo dicen (para asombro de much@s), que chillan histéricas en su karaoke favorito, que no son machistas ni feministas (son ¡ELLAS!), que se despelotan cuando escuchan lo que dicen de ellas las malas lenguas, que no saben los deberes que tienen sus hij@s, que hablan de sexo con todo detalle, que no se muerden la lengua a pesar de…, que llevan faja y la enseñan, que no dan consejos ¡ni falta que hace!, que les mariposea el estómago cuando oyen un piropo, que están hasta los ovarios del postureo “malo” de algun@s (del postureo “bueno” son superfans), que no tienen una vida perfecta y lo cuentan a los cuatro vientos para que todo el mundo se entere, que enseñan a todo quisqui cómo les cuelga el pellejo del brazo, que les importa un pimiento lo que haga la vecina del quinto un martes por la noche porque el cotilleo no va con ellas (eso lo dejan para las correveidiles del patio del cole), que si se depilan bien y si no…¡también!, que no son máquinas ni aspiran a ello, que ponen cara de gilipollas cuando ven un buen culo, que no dejan para mañana lo que puedan hacer hoy, que saben ser cómplices y no alcahuetas, que están como cabras y…¡lo saben!.

Me gustan las tías…así.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.