Soy de barrio.

Me gusta mi barrio. Y aunque vivo en el centro de una ciudad bastante grande donde a veces puedes disfrutar de la soledad callejera, en mi barrio hay vida por los cuatros costados. Cada esquina…una historia que contar.

Allí pasan cosas especiales. Todas las mañanas, cuando salgo con mis hijos hacia el colegio, Luis nos espera delante de su kiosco con el sobre preparado para que mi pequeño pueda, en sus recreos, cambiar los cromos “repes” con sus compañeros. No falla. Y a su lado está Juan que, desde la otra acera, le da ánimos para que en el partido de fútbol marque muchos goles y, si hay suerte, le dedique uno a su panadero favorito. Esas cosas pasan en mi barrio a las siete de la mañana.

Ser de barrio significa muchas pequeñas cosas. Cosas que jamás serán portada de los periódicos que vende Paco ni se escucharán en la radio que María, la costurera de la esquina, tiene siempre puesta mientras arregla el bajo del pantalón de mi marido.

Ser de barrio significa que Juani, la de la confitería, cada día a la misma hora tenga preparadas las galletas de colores que mis niños meriendan todas las tardes. Y que los miércoles, Guillermo y Laura me esperen con los brazos abiertos (y yo a ellos) para, entre óleos y pinceles, arreglar el mundo.

En mi barrio está Carmen. Y si me ve pasar por la puerta de su tienda de electrodomésticos, le falta tiempo para decirme lo mucho que le gusta “Te Conozco Bacalao”. Personas como ella te enseñan, solo con ese pequeño gesto y sus palabras, el sentido de la emoción. Porque ser de barrio es…sentirte querido. Escuchado. Comprendido.

Soy muy de barrio. Y presumo de ello. Porque allí he aprendido mucho de lo que puedes descubrir acerca de las personas sólo con observar cómo se enfrentan a sus quehaceres diarios. Como mis remendones favoritos que, con Miguel a la cabeza, saben mejor que nadie cuánto gasto en suelas ¡Los mejores zapateros en kilómetros a la redonda!

Ser de barrio es encontrarte una sonrisa en el portal de al lado. Y conocer a personas con nombre y apellidos que saben mi nombre también. Es no sentirte nunca solo porque formamos parte de una gran familia. Cada uno con sus manías. Como en todas las familias.

Porque mi barrio es un mundo aparte donde, día a día y entre todos, escribimos un libro lleno de anécdotas. Allí no hacen faltan medallas ni palmaditas en la espalda para sentirte bien. En mi barrio el premio son las miradas cómplices de Fernando, el portero de la esquina. O el cariñoso saludo de Ana, la camarera del bar. Y, cómo no, el chiste de Manu el barbero, al ver la calva del vecino.

En mi barrio está…lo mejor de cada casa.

 

Coco

Título de la foto: «Las galletas de Juani»

Autora de la foto: Coco

 

 

 

 

 

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