«¿Qué puede salir mal?»

Ha sido poner la estrella en el árbol de Navidad y caer en la cuenta que en nada está ahí el 2020. Me gusta el número. No sé por qué, pero me gusta mucho más que el que está a punto de acabar. Será porque ese aire a fin del mundo que se respira en las calles por estas fechas me contagia de tal forma que tengo la sensación de que voy a volver a estrenar la vida como si fuera la primera vez. ¿O será porque para lo bueno y para lo malo siempre hay una primera vez y yo le pongo fecha 31 de diciembre?
En este último mes del año los días están llenos de principios y finales felices (o no) a los que no les prestamos la misma atención en cualquier otra época del año. Un abrazo, un beso de película… esas pequeñas dosis de felicidad. Pequeños gestos que de verdad dan valor a la vida y que las emociones navideñas me ayudan a detectarlos. (No tengo remedio ni quiero. Sigo siendo una ilusa. Una ilusa de esas que aún van por ahí descubriendo cosas).
“Bienaventurados los que ven la belleza en la rutina”, decía un profe del instituto. Entonces… ¿por qué no disfrutar de lo que tenemos? ¿Qué puede salir mal?
Llamadme romanticona pero no creo en las cosas que salen mal. Si salen mal es porque no les hemos puesto las ganas suficientes o porque aún no es su final. Es lo que tiene la vida. Y como en estas fiestas la cosa va de nacer, mi apuesta es empezar de nuevo a vivir en serio, renacer e intentar seguir siendo yo, ser quien quiero ser y apostar lo que haga falta para conseguirlo. Haciendo más y diciendo menos.
Seguramente este no sea el mejor argumento del mundo, pero es el que a mí me convence. La explicación es muy simple: nunca hay que dar nada por hecho porque la búsqueda de raticos de felicidad no tiene límites. La vida nos pone a prueba todos los días y hay que detectar aquello que merece la pena. Así que, como toca liarla gorda, en Navidad me pongo a felicitar a todo el mundo como una loca porque felicitar me hace feliz y saca, literalmente, mi mejor cara. En estos días, más que nunca, hay que dar con los ojos cerrados y recibir con los ojos abiertos. Y utilizar el optimismo como arma de defensa personal. Imprescindible. El fin justifica los medios y el premio lo vale.

Si no lo haces… es que no te da la gana.

Coco.

Fuente de la fotografía: Pinterest.

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