Pequeñas mentiras…sin importancia.

Celebrar los “taintantos” de alguien cercano como excusa para reencontrarte con familiares, amigos y conocidos. Y pasar un día entero comiendo y bebiendo sin fin a la par que contando batallitas, haciendo confesiones y sabiendo un poco más de cómo le ha tratado la vida a más de uno.

Algunos, con muchas horas de vuelo y miles de historias a sus espaldas. Otros siguen siendo muy ellos. Fuertes y libres. Como les gustaba apodarse en su tiempos de juventud. Los hay que, fieles a su forma de ser, siguen sin hablar mucho. Son más de escuchar. Y tú te sientes como en casa con alguien así. Que te deja hablar y te escucha.

No faltará el grupo que se enrede en una madeja de verdades a medias. Compitiendo para demostrar quien de todos ha sido el más feliz. O a cual le sonríe el éxito. Historietas de unos y otros disfrazadas para evitar descubrir la verdadera realidad de su existencia. Pequeñas mentiras…sin importancia.

Más de uno confesará cómo la vida le ha obligado a hacer algunas reformas en sus ideales. Sueños caducos y sueños aún por cumplir. Y habrá quien, con una palmadita en la espalda, le tranquilizará recordándole que eso no es bueno ni malo. Que cada uno vive su vida y la diseña como buenamente puede.

Reencuentros que no son catárticos. Ni profundos. ¡Afortunadamente!

Al calor del fuego volverán los mensajes sin palabras. Sólo sonrisas y miradas. No hace falta más. Como en los viejos tiempos. Porque aunque la vida les separó, el sentimiento no caduca. Ecos del pasado, recuerdos imborrables…¡Un auténtico filón!

Personas que se vieron separadas por la pereza, la distancia o el olvido pero que forman parte de nuestro ADN. Sin importar los años que pasen y por dónde les llevó la vida.

 

Personas…que no quedan atrás.

 

Coco

 

Fuente de la fotografía: Pinterest.

 

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2 COMENTARIOS

  1. Me encanta la idea esa que apuntas de que las personas forman parte de nuestro ADN. Es verdad… Y pienso: ¿cuánto de nosotros también hay en el ADN de los demás? Normalmente no lo sabemos, no somos conscientes. Muchas veces, incluso, tenemos impresiones totalmente equivocadas acerca de eso. El otro día vinieron a visitarme unas amigas y compañeras de Arte Dramático a las que no veía desde hacía muchos años. Hasta entonces yo creía que no habría significado mucho para ellas puesto que abandoné ese grupo por diversas razones y no seguí en contacto con ellas salvo en ocasiones. Mi sorpresa, grandísima sorpresa, fue ver qué recuerdo tan cariñoso guardaban ellas de mi y cuán unidas estábamos a pesar de los años que habían pasado. A veces subestimamos lo que significamos para los demás.
    Me ha gustado mucho el post. Me gustan mucho los reencuentros.

  2. ¡Gracias Sara!
    ¡Y lo más bonito de esos reencuentros es la cantidad de buenos momentos que se agolpan en tu cabeza!

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