Lo demás…¡a la mierda!

Todo pasa. Y todo llega. Sí. Mañana, cuando este post caiga en vuestras manos, ya habrá pasado el minuto en que mi otro compañero de almohada, el despertador, haya anunciado a bombo y platillo algo así como “Querida: ¡ACABARON TUS VACACIONES!”. En ese preciso instante rebobinas y de un plumazo pasan las imágenes de todo un verano por tu cabeza.

Todo pasa. Pasaron. Días y noches de conciertos y verbenas populares que alargas hasta el amanecer. Inauguraciones de bares y lugares gratos para conversar…y algo más. Reencuentros con amigos que sólo ves en verano pero, ¡qué más da! les sientes como si estuvieras con ellos todas las estaciones del año. Esas siestas en las que abres los ojos y…sigues durmiendo. Escapadas “solo para mujeres”, de esas que dan para escribir un best seller. Momentazos gastronómicos acompañados por buenos caldos y mejor compañía…

De este verano me quedo con muchos recuerdos y muy buenos. El mar. Su calma y sus embestidas. El sol en todas sus versiones. Incluso ese sol abrasador que curte dando un color especial a tu piel. La magia de la luna. Algunas juergas de esas…irrepetibles. Las Perseidas. El cine de verano. Todo un clásico. Barbacoas familiares con chuletas abrasadas y repletas de risas durante largas horas. El chiringuito. Las sardinas. Mi canción del verano. Hamaca, sombrilla  y…mis amigas las chicharras. ¿Qué sería del verano sin ellas?

Y con descubrimientos de todo tipo. Mmmm, ese helado de tarta de manzana… ¡mortal! El pádel surf ¡engancha!  Comprobar cómo el ratón Mickey domina el mundo.  Todo tipo de razas, culturas, especies y edades sucumbimos a la magia Disney. Descubrir, una vez más, que Paris es la ciudad perfecta para…cualquier cosa. Que la distancia es el olvido. Una verdad como un templo. La pasión de mi hijo por pescar cangrejos. Darme cuenta que mis niñas ya no se tragan eso de “¡dos horas de digestión antes de ir al agua!”.  Gente que descubres, gente que “redescubres” y gente que no te gusta lo que descubres. Así, sin más.

Todo llega. Llega el momento de la rutina. ¡Bendita rutina, cómo te he echado de menos! Y de los cambios, tan necesarios como el aire que respiro. El café mañanero con mis compañeros de trabajo. Ese rato en el que arreglamos el mundo de todos menos el nuestro. El reloj vuelve a formar parte de mi anatomía. ¡Qué sería de mí sin ti! Nuevos proyectos que, se cumplan o no, vienen cargados de ilusión. Echarle un par a los temas que dejaste pendientes… ¡ahora o nunca! Las lentejas, los garbanzos y demás platos de cuchara. Reencontrarme con mis adorables vecinos. Y, sin darme cuenta llegarán ¡las castañas!

De todo, sólo me quedo con lo que me hace feliz…lo demás ¡A la mierda!

 

Coco

 

Fuente de la imagen: Pinterest

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